Celebrar que estamos enamorados no tiene porque ser caro. Hay multitud de propuestas económicas, ¡incluso gratis!, que pueden hacer de este un día muy especial y recordado durante años. Aunque en nuestra sociedad la higiene se ha ido convirtiendo en un acto cada vez más unipersonal, hay prácticas cotidianas de aseo que, realizadas entre personas que se aman, pueden contribuir a demostrar el cariño mutuo, afianzar el afecto e incluso estimular la sensualidad.
El cuidado corporal es un acto íntimo que no tiene porqué realizarse en soledad. Históricamente los humanos, como buenos primates tribales, hemos establecido sólidas relaciones afectivas basadas en el aseo de otros miembros de la familia o el clan, como los hijos, los padres y, especialmente, la pareja. Hoy se ha convertido en práctica habitual regalar a la pareja, y regalarse, un fin de semana de relax en algún spa o balneario. El agua, los masajes, las horas de ocio compartidas, favorecen la relación amorosa. Pero no hace falta ir a un spa para demostrar afecto: también el propio hogar y las prácticas más cotidianas pueden propiciar esta relajación e intimidad.
Además de la clásica y cinematográfica ducha en pareja, hay prácticas de aseo que pueden llegar a ser muy reconfortantes. Hace solo unos años era habitual que dentro de una familia se realizasen de unos a otros, pero hoy casi las hemos dejado de lado o se circunscriben a los cuidados de los niños más pequeños. Un buen ejemplo es el lavado del cabello o el arreglo de los pies. No hace falta ir a la peluquería para disfrutar de un masaje de cabeza o una buena pedicura. Quizá en casa no será tan «profesional», pero puede tener otras ventajas. El Kama Sutra, seguramente el libro de sexo más citado y leído, se refiere con frecuencia a la aplicación de champú, ya que lavar la cabeza es considerado un buen juego erótico. ¡Sólo hay que recordar la escena en que Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep en Memorias de África! De hecho, hay quien asegura que la palabra «masaje» proviene del francés «masser» (lavar el pelo) y no del griego «massein» (amasar) o el árabe «mash» (apretar con suavidad), citados como posibles orígenes de este vocablo.
También los pies son indudables puntos eróticos en los que se reflejan todos nuestros órganos, según la reflexología, y cuya limpieza y masaje proporciona alivio, relax y placer. Pero hay muchas otras opciones: afeitar a nuestro hombre, hacer un masaje de manos con una buena crema, compartir un baño con esencias, aplicar perfume…
Las personas tenemos una necesidad vital de contacto físico, que dentro de una pareja no debe reducirse exclusivamente al contacto sexual. El contacto táctil, y valga la redundancia, tiene un comprobado efecto sanador y es la base del masaje, práctica realizada durante miles de años por infinidad de culturas para aliviar dolencias físicas, mentales y espirituales.
En una pareja, «el buen contacto cultiva la amistad e incrementa la calidez» asegura la terapeuta sexual Anne Hooper en su libro «Contactos y caricias sexuales» (Javier Vergara, 1997). Y «dejar que la pareja te lave el pelo –y después cambiar el turno- es una maravillosa manera de conectar emocionalmente y de mostrar verdadero interés por el bienestar del otro» aseguran Mona Behan y Susan Elisabeth Davis, autoras del Manual del Cuidado Corporal de The Body Shop (Grijalbo, 2004). Algo que forma parte del aseo personal, ya que el concepto de higiene es mucho más amplio e importante que lavarse la cara y cepillarse los dientes. Para sentirse limpio y a gusto en la propia piel hay que cuidar el cuerpo, eliminar aquello que sobra y daña, repararlo, mantenerlo en forma y mimarlo. Aplicar una crema corporal, exfoliar una espalda o enjabonar un cuerpo es mucho más placentero si se realiza a dúo, especialmente si se sabe aprovechar todo el potencial sensual de aromas, texturas y posibilidades que ofrece la cosmética.
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