Sin prisa. Ésta es la consigna del movimiento slow que, como bien sabes, quiere decir despacio y que desde hace unos 30 años pretende instalarse poco a poco y con suavidad en nuestra sociedad acelerada para poner fin a tanta prisa y tanto estrés. Se trata de vivir y disfrutar de las cosas sin agobios, saboreando cada momento. Por ello cada vez son más quienes se apuntan al viejo refrán «vísteme despacio que tengo prisa» y hoy ya hay comida slow, ciudades slow, sexo slow y, naturalmente, belleza slow.
El objetivo es desacelerar y conseguir un nuevo plan de vida que nos permita dedicarle más tiempo a lo que de verdad importa: nosotros.
Carpe diem
¿Has pensado cuánto tiempo se evapora por cuestiones irrelevantes, falta de planificación, esas llamadas que te interrumpen constantemente o esos despistes que nos hacen perder las llaves justo en el momento de salir de casa? Para empezar a ser slow hay que tomarse las cosas con calma. La prisa no deja pensar y hace que se confunda lo urgente con lo importante. Necesitamos establecer prioridades. No sólo en el trabajo o en casa, sino en la vida. ¿Seguro que necesitas pasarte tres horas en el supermercado? Puedes comprar por internet. ¿De verdad quieres vivir en una casa en las afueras? Quizás vivir en el centro te facilite el transporte, el acceso a servicios básicos o al cine, por ejemplo. ¿Crees que no podrías vivir sin ese maxi-bolso que te alucina? Si es así, ¡adelante! cómpratelo o tira de visa. Pero no te dejes llevar por la vorágine sin siquiera pensar si son realmente tus decisiones o estás inmers@ en una rueda que tu no controlas.
Belleza slow
Seguramente ninguna época ha sido tan limpia como la nuestra. La higiene personal se ha convertido en un hábito diario: ducha, afeitado, cepillado de dientes, etc. Todo habitualmente en menos de media hora cada mañana. Imprescindible, si. Pero ¿ya está?. Hace años, charlando con el filósofo Ángel Gabilondo, me comentó que «en esta época de culto al cuerpo hemos descuidado nuestro cuerpo. Hacemos dieta, ejercicio, lo que sea, exigiéndole resultados. Tratamos al cuerpo como si no fuéramos nosotros mismos». En el fondo, sin darnos cuenta, seguimos pensando en el cuerpo como un envoltorio de nuestro cerebro. Pero sabemos que somos un único organismo y tenemos que convencernos de que hay que cuidarlo. No para que el packaging sea más bonito, sino porque somos uno y no hay repuestos.
Es cierto que la lentitud aún está mal vista en nuestra sociedad. Pero empiezan a notarse cambios. Uno de ellos , por ejemplo, es el auge de los tratamientos de belleza y de las terapias con agua. Cada vez hay más personas que han acudido a un spa o un balneario, se han realizado un masaje, han desconectado de la rutina y el estrés con un par de días de belleza y relax. Y han comprobado que funciona. El paso siguiente es no dejar de hacerlo e incluir en nuestra rutina hábitos slow en función de nuestras posibilidades. Quizá no podamos hacer un hammam cada semana (absolutamente recomendable), pero sí podemos convertir la ducha del fin de semana en un momento spasencillamente cambiando las posiciones del cabezal y utilizando un cosmético gustoso. Es cuestión de decidir qué nos gustaría hacer y organizarnos.
10 Claves para desacelerar
- Calma. Que lo urgente no se imponga sobre lo importante. Establece prioridades
- Vive y disfruta el momento presente. Aquí y ahora se puede ser feliz, ¿porqué pensar en lo que ha pasado o lo que vendrá?
- Dedica un tiempo a diario para ti y otro para los tuyos: la pareja, los hijos, la familia, los amigos. Comprobarás que SI hay tiempo y recargarás baterías
- Recupera la siesta. Entre 10 y 20 minutos son suficientes para recuperarte y luego trabajar mejor
- Pasea. Media hora al día es suficiente para mantener el cuerpo sano y en forma y despejar la mente. Está comprobado médicamente
- Duerme. Dormir bien y las horas suficientes es imprescindible para que el cuerpo y la mente se reparen. Además, es la mejor cura de belleza para la piel
- Apaga la televisión. Si no hacen una buena película, ¿por qué sigues mirando? Lee, charla, vete a dormir, pero aprovecha el tiempo. No se trata de dejar pasar el tiempo, sino de aprovechar cada minuto de forma consciente
- Acude a un spa. Cada semana, cada diez días, cuando puedas, pero disfruta de un tratamiento de belleza slow y establece una periodicidad. No te lo saltes
- Cocina. Por puro placer. Dedica un tiempo a la compra de productos frescos y deléitate elaborando recetas que luego podrás saborear. A solas o en compañía.
- Apúntate al sexo tántrico. No se trata de hacerlo más lento, ni de hacer ejercicios de yoga, sino de utilizar el movimiento y la respiración para buscar una unión espiritual con la pareja y el universo. Funciona
Un cuento para niños
Un niño y un cuento son el origen de este movimiento. Como muchos padres, Carl Honoré, periodista, leía cada noche un cuento a su hijo. Cansado, con prisas, con la cena a medias y trabajo por acabar. Un día se descubrió comprando un CD de cuentos de Andersen «comprimidos» en un minuto. Y se escandalizó de sí mismo. De golpe pensó: ¿en qué me estoy convirtiendo? Frenó. El es el autor de Elogio de la lentitud y el auténtico gurú del movimiento slow.
Slow food
La comida slow es una de las vertientes más famosas y con más seguidores de este movimiento. Recetas tradicionales, productos frescos y de temporada, buen vino y mejores amigos para compartir charla durante las largas veladas que siguen a los ágapes slow. El italiano Carlo Petrini fundó Slow food en 1986 como reacción al fast food: McDonald’s se había instalado en la Plaza de España de Roma y fue la gota que colmó su vaso. Hoy Slow food es una asociación con seguidores en 50 países, España entre ellos.
Pueden ayudarte
Para saber más
- Elogio de la lentitud, Carl Honoré, RBA 2005
- Elogio de la pereza, Tom Hodgkinson, Planeta 2005.