Siempre pasa: llega la primavera, todo el mundo está feliz, y a ti te da el bajón. Estás cansad@, sin ganas de hacer nada, con un sueño que te caes y sin poder dormir porque no hay forma de pegar ojo cuando toca. Eres de ese diez por ciento de la población al que le afecta la astenia primaveral, un trastorno ligado al cambio de estación y que se caracteriza por una gran fatiga y debilidad.
No te preocupes: la astenia y la primavera vienen de la mano, pero sólo duran unos días. Y puedes enfrentarte a ella para evitarla.
El origen es puramente químico. Los ciclos circadianos de nuestro reloj biológico se ven alterados por el aumento de las horas de sol, la intensidad de la luz y la temperatura, y de variaciones en la humedad y presión atmosférica. El hipotálamo, en el cerebro, regula nuestro reloj biológico así como aspectos básicos de nuestro organismo como la temperatura, la sensación de sed o hambre, o la apertura de la retina. ¿Qué tiene que ver todo ello? Pues bien, si la retina recibe más luz manda un impulso nervioso que estimula la glándula pineal, que a su vez se encarga de dar la orden de generar una mayor producción hormonal y de neurotransmisores según sea la intensidad lumínica. Como sabemos, neurotransmisores como la melatonina (que ‘dispara’ el sueño y la vigilia) o la serotonina (asociada al placer y el ánimo alto) están íntimamente implicados en el tono vital y en nuestra sensación de felicidad. Una alteración del nivel óptimo de estos neurotransmisores produce cansancio y tristeza. En concreto, la astenia se produce por una disminución de betaendorfinas en el plasma, sustancias que regulan el sistema bienestar-malestar y que al alterarse producen la sensación de agotamiento y falta de voluntad.
El cambio de estación nos afecta a todos, pero para algunas personas adaptarse es más difícil que para otras. Además de en primavera, la astenia aparece en menor medida en otoño, aunque no se le da la misma importancia no se sabe si porque afecta a menos gente o porque la entrada en una estación más fría y oscura ya parece predisponer al ánimo bajo. También en momentos puntuales como situaciones de estrés o de rutina, o en turnos horarios de noche o cambiantes, es más fácil que aparezca la astenia. En general, afecta más a las mujeres que a los hombres y se da principalmente entre los 20 y los 50 años.
Aunque las cifras indican que una de cada diez personas la sufre habitualmente, algunos expertos creen que puede llegar a afectar a más de la mitad de la población, aunque sus síntomas pasan a menudo casi desapercibidos. En algunos casos, sin embargo, la astenia puede alargarse y convertirse en una depresión. Si en un par de semanas no se supera la tristeza, hay que acudir al médico de cabecera. Si la astenia supera los tres meses, se trata ya claramente de un problema más grave, habitualmente depresión pero también en situaciones de anemia se dan estos síntomas, por lo que es indispensable que se realicen los análisis pertinentes para descartar cualquier otro problema.
Pese a estar tan extendida, los especialistas no se ponen de acuerdo en si hay zonas del planeta en las que afecta a más o menos gente o en si su origen es puramente externo y climático o deben existir condiciones psicológicas previas, como el estrés o una vida acelerada. Quienes defienden esta opción afirman que si nuestro ánimo está alterado, las defensas del organismo están bajas y, por tanto, somos más vulnerables a que cualquier elemento nos influya. Sea como sea, los síntomas son claros: debilidad física y/o mental, cansancio, apatía, somnolencia y sueño no reparador, dificultad de concentración, aturdimiento, presión en la cabeza, sensación de cuerpo dolorido, irritabilidad, sensación de tristeza y vacío, falta de apetito, descenso de la líbido e incluso mareos y bajas defensas inmunitarias que nos hacen más vulnerables a infecciones.
Cómo te sientes
- Cansancio
- Malestar general
- Debilidad muscular que hace difícil realizar esfuerzos
- Tristeza inexplicable
- Tono vital bajo
- Irritabilidad
- Falta de apetito
- Pérdida de memoria
- Tensión arterial baja
- Ausencia de interés sexual
- Dolor de cabeza
Qué hacer para combatirla
- Hay que crear hábitos de vida saludables que incluyan unos horarios fijos para acostarnos y levantarnos así como para las comidas. Nuestro organismo debe saber cuando toca hacer cada cosa para poder prepararse para ello con un ritmo fijo.
- Dormir el tiempo necesario, un mínimo de ocho horas y por la noche
- Practicar ejercicios de relajación, como yoga u otra actividad de este tipo
- Realizar algún ejercicio físico moderado y adecuado a cada persona, como nadar, ir en bicicleta, bailar o andar. Una de las recomendaciones médicas más frecuentes en caso de astenia es caminar de 30 a 45 minutos al día para que nos toque el aire y el sol y el organismo se adapte al cambio con mayor facilidad, así como que se estimulen las funciones orgánicas y el ánimo. En ningún caso conviene hacer ejercicio físico competitivo o de alta intensidad, ya que sólo se consiguen agravar los síntomas de cansancio
- Tomar alimentos energéticos: pastas, arroz, patatas, legumbres, frutos secos, plátanos, chocolate; y mantener una alimentación sana y equilibrada, con un aporte alto de verduras y frutas frescas
- No tumbarse en el sofá o la cama y permanecer horas inactivo durante el día. Sólo se consigue engañar al cuerpo pero no se descansa. Es mejor salir y dejar que el sol nos toque, aprovechar la luz natural para hacer cosas y esperar a la noche para dormir
- En el trabajo, conviene marcarse un ritmo y hacer descansos breves (5 minutos) cada hora para tomar un respiro y relajarnos. Si se puede, hay que evitar las actividades intelectuales agotadoras y optar por otras más relajantes que nos motiven
- Eliminar de la dieta las sustancias excitantes como la cafeína (tanto del café como del te o las bebidas de cola), el alcohol u otras sustancias tóxicas como el tabaco