Celebramos el 8 de Marzo cuestionando el ideal de belleza femenino

¡Felicidades! Hoy celebramos el 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora, con una reflexión sobre el porqué «ser guapa» es tan importante para nosotras que llega a condicionar muchos aspectos de nuestra vida. ¿Te apuntas?

La belleza en la mujer es importante. No sólo es fundamental para que una se sienta femenina, es decir, un puntal de la identidad como mujer, sino que es uno de los elementos de poder social con que contamos. Sin embargo, entre tener una imagen cuidada, ser una mujer atractiva o responder a un ideal de belleza socialmente determinado hay diferencias fundamentales. Como entre jugar y competir. Jugar es divertido, básico en nuestra vida para aprender a relacionarnos con l@s otr@s y comportarnos socialmente. Competir es un reto estresante en el que hay ganador@s y perdedor@s. Y, para qué nos vamos a engañar, la mayoría tenemos muchos números para perder en el concurso de Miss Universo. Sobre ello queremos reflexionar hoy. Por ello, este post es un extracto del capítulo Quiérete mucho. Mas. Siempre guapa y a punto del libro ¡Se acabo! (Àngels Marín, Plaza y Janés, 2002).

«Limpieza de cutis, pilates, depilación, peluquería, dieta adelgazante, traje chaqueta planchado e impecable… ¡Qué monas y arregladitas vamos siempre! ¿Verdad? Es difícil de conseguir y a veces hay que hacer verdaderos encajes de bolillos, quitando horas al sueño o a otros quehaceres, pero habitualmente siempre estamos guapísimas y dispuestas a lo que nos echen. Porque éste es uno de nuestros mayores sueños: ser la reina de la fiesta. ¿Para qué nos vamos a engañar? A todas nos gusta estar estupendas y ya no nos creemos eso de que lo que hay que cultivar es la inteligencia (una lástima, porque personalmente sigo prefiriendo una buena novela a una sesión de cera caliente). Pero ¡no señoras! Hay que cumplir como mujeres y estar siempre impecables, esbeltas, fascinantes… ¿Para qué exactamente?

¿Por qué tenemos que estar siempre tan guapas? ¿Para nosotras? ¿Para los demás?

Sí, es cierto que nos gusta sentirnos atractivas, eso nos da una sensación de fuerza, de firmeza, nos reconforta y hace que estemos más seguras. Pero la cantidad de tiempo y dinero que dedicamos a ello no se justifica sólo por esto ni lo hacemos sólo para complacernos a nosotras mismas. Siempre hay un algo más: una cita, un novi@, un marido, un trabajo, unas amigas, ese ente abstracto y que parece que nos examina continuamente llamado sociedad.

La presión social para alcanzar el ideal de belleza es fuerte y todas la hemos sentido. Al menos, eso afirma el 84% de las españolas que considera que «la presión social porque la mujer aparente menos años de los que en realidad tiene es extremadamente dura» (Evolución de la Mujer Española, Metra Seis 2001). Está claro que la juventud se considera un valor positivo en nuestra sociedad, tanto en hombres como en mujeres, y se asocia al dinamismo, la belleza y el éxito (aunque muchos jóvenes pueden contar cómo les cuesta hacerse un hueco en esta sociedad debido a que aún se asocia juventud e inexperiencia). No hay duda de que en una mujer ser joven y bella es contar con una buena plataforma de despegue. Mal que nos pese.

No vamos a engañarnos a estas alturas diciendo que nos importa un pimiento la belleza. ¿Quién no ha llorado alguna vez por no estar guapa, por no tener un vestido para estrenar, haber engordado unos kilos o no tener suficiente pecho? Querer ser bella y no verse como tal es frustrante, y no sólo en la adolescencia. A menudo el espejo se convierte para nosotras en un temido enemigo.

Pero ¿es malo desear ser atractiva? ¿Preocuparse por la propia imagen? ¿Querer tener un cuerpo deseable? ¡Claro que no! Lo malo sería que no nos preocupase nuestra imagen y nos olvidásemos deliberadamente de nuestro cuerpo.

Sin embargo, creo que coincidirás conmigo en que a veces este deseo por estar radiante entra en una vorágine desorbitada que nos arrastra.

Cuando la voluntad de ser bella se convierte en una necesidad y pretende suplir otros campos estamos ante un grave problema.

Porque hoy en día se supone que las mujeres debemos amoldarnos a un canon de belleza determinado y ampliamente publicitado por los medios de comunicación para triunfar en la vida.

Hay que ser atractiva (léase delgada, alta, esbelta, elegante) para conseguir, o mantener, un buen trabajo, un buen partido, un montón de amigos y un determinado estatus social.

Bonito lema que todas sabemos que no es cierto. ¿Seguro? Yo no lo tendría tan claro. ¿Por qué  sino dedicamos tantos esfuerzos a adaptar nuestra imagen al modelo ideal? ¿O me vas a decir que  tu no te privas de nada en la comida, no te pones la anti-celulítica, no te has cambiado tres veces de vestido antes de una cita hasta encontrar el que mejor se adaptaba a la situación y a ti, no ojeas las páginas de moda ni te paras en todas las zapaterías y, de paso, echas un vistazo a tu cuerpo serrano en la luna del escaparate para ver si todo está en su sitio?

En todo caso, nos diremos a nosotras mismas que no nos acabamos de creer que la belleza lo es todo o que sabemos que, en el fondo, no es cierto. Pero hay muchísimas mujeres (y hombres) que sí se lo creen sin siquiera cuestionarlo e, incluso, llegan a hacer de este ideal su meta. Es lógico hasta cierto punto, todos deseamos encajar en el esquema establecido. Pero sabes igual que yo que muchas de nosotras no damos la talla. ¡Ya no hablemos de ese 90-60-90 que milagrosamente tienen la mayoría de modelos! No es sólo que la mayor parte de estas mujeres perfectas han conseguido esculpir su cuerpo gracias a la cirugía y las privaciones. A más de una y uno le sorprendería ver cómo se retocan las fotos  en las revistas para que algunas de ellas entren en esas fantásticas y casi imposibles medidas que, además, no se establecieron para mujeres que superen el metro sesenta y cinco.

Lo peor de todo es que, a menudo, la búsqueda de la perfección llega a niveles estresantes, cuando no pone en peligro a salud de las mujeres, especialmente las más jóvenes. Las adolescentes son mujeres con un cuerpo y una personalidad en pleno proceso de formación y muy sensibles a las influencias externas. Pero los especialistas aseguran  que el sector de mujeres entre los 25 y los 45 años sufre alteraciones difícilmente detectables, ya que suelen ocultarlo.(…)

Si hay algo en tu cuerpo que te disgusta y quieres solucionarlo, consulta con tu médico si es posible hacerlo y cómo. Antes, sin embargo, pregunta a tus amigas y amigos cómo lo ven ellos. A veces la inmensa nariz que nos agobia puede ser el rasgo más personal y apreciado por quienes nos quieren. Aunque tu decides siempre. Pero debes tener claro que

quererse uno mismo tiene que ver más con el hecho de aceptarse que con cumplir los cánones de belleza establecidos. La imagen que un@ posee de si mism@, su aceptación y su amor hacia ella sí son determinantes para sentirse segur@, fuerte confiad@ y feliz.

En resumen, y como conclusión:

Si lo que pretendemos es modificar nuestro cuerpo para adaptarnos a un ideal de belleza nos estamos equivocando.

Por el contrario, si cuidamos y estimulamos nuestro cuerpo, aceptándolo tal y como es, seguramente no tendremos  nunca un cuerpo perfecto (ninguno lo es), pero seremos más felices con él.

Y si nos aceptamos y queremos tal como somos, tendremos una mayor autoestima y conseguiremos que los demás también nos valoren y nos respeten.»

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