Cuando pensamos en un disfrutar de un masaje, imaginamos tratar o relajar la espalda, las piernas, los pies… Pero hay más zonas en las que ejercer un masaje, o un automasaje, tiene indudables beneficios.
Cristina Domínguez, Healthy Lifestyle Coach del hotel Barceló Sancti Petri Spa Resort, en Cadiz, nos explica cuáles son estos puntos, las sensaciones que en ellos se producen y los beneficios que se logran.
- Orejas. Un masaje en las orejas no sólo es relajante, sino también beneficioso al estimular la circulación a niveles energético y sanguíneo. Esta región es una zona refleja que proyecta el resto del cuerpo. De este modo, trabajando con masajes sobre ellas, especialmente en los lóbulos, se fortalecen las funciones de todos los órganos, especialmente de los riñones, que se activan indirectamente.
- Glúteos. Son una de las partes más sensibles y una zona en la que un masaje bien aplicado puede tener muchos beneficios. Por un lado, y por su cercanía con los riñones, fomenta que trabajen más y mejor, ayudando también al nervio ciático, evitando posibles lumbalgias. Un masaje en esta región, además de una absoluta sensación de relajación, activará la circulación en esta zona, previniendo de este modo la aparición de celulitis y la concentración de grasa, produciéndose un efecto drenante.
- Yemas de los dedos. Por un lado, son muy resistentes, pero, por otro, altamente sensibles. Aunque son ellas las que se suelen utilizar para dar masajes, también pueden ser masajeadas. Mediante técnicas de presión sobre este punto de los dedos se relaja una zona del cuerpo que suele acumular mucha tensión, tanto por somatización, como por el propio trabajo que se hace con ellas en el día a día. Masajear las manos resulta positivo para evitar incómodos síntomas producidos, por ejemplo, por la artrosis o también por lo que ahora se denomina como el efecto-gatillo, un anquilosamiento de los pulgares, consecuencia directa del uso de aparatos tecnológicos y las posturas que se emplean para manejarlos.
- Cara. Se suele masajear en pequeños tratamientos faciales, pero lo que no se acostumbra a hacer es una técnica que sea, enteramente, un masaje de rostro. Un claro ejemplo es el kobido, un procedimiento milenario de origen japonés que aplica métodos de tapping y estiramiento. Con ellos se logra un efecto lifting natural de la piel mediante la reactivación de la circulación y la generación natural de colágeno que provocan los diferentes movimientos. Asimismo, este tipo de tratamientos consiguen un profundo estado de tranquilidad a través de una experiencia holística que abarca más terrenos, como el de la aromaterapia.
- Coronilla. Un tratamiento en esta zona es muy adecuado para aquellas personas que sufren estrés o migrañas habitualmente. Aplicados mediante técnicas ayurvédicas con aceites esenciales, estos masajes resultan beneficiosos. El trabajo sobre esta región produce una sensación de ligereza absoluta, creando un efecto de escalofrío placentero. Además, con él se consigue activar la circulación craneal y corporal, fomentando el crecimiento del cabello y relajando todos los músculos.