Tener la piel bronceada es sinónimo de buen estatus y salud en nuestra sociedad. Es por ello que la exposición al sol es una práctica habitual. Pero no es la única razón. Existe también un componente animal en la búsqueda de la calidez de los rayos solares: intervienen en el metabolismo humano, como en el del resto de los animales. En esta entrada vamos a profundizar un poco sobre el por qué nos gusta tomar el sol.
Amor por la naturaleza
Siempre se asegura que fue Coco Chanel quien puso de moda el bronceado. Y es cierto que la diseñadora propugnaba una piel morena frente a las blancas pieles de las mujeres de la alta sociedad, entre las que en principio ella no se contaba debido a su origen.
De hecho, durante siglos se consideró la piel blanca sinónimo de clase alta. Por eso la realeza tenía sangre azul (las venas se marcan más en una piel blanquecina), las princesas eran blancas como la nieve (como Blancanieves), y las clases altas acudían a tomar los baños vestidos totalmente y con sombrillas y grandes sombreros.
Sin embargo, la mayoría de la población presentaba una piel más oscura, especialmente en el campo, debido a la exposición al sol.
Pero el origen del amor al bronceado no es tan novelesco. Lo cierto es que en la época de Coco Chanel se imponían las ideas de los denominados higienistas, nacidas a finales del siglo anterior y que proclamaban un nuevo concepto del hombre y la medicina que propugnaba una relación más directa con la naturaleza y, por tanto, con el sol, el mar, el campo, el bosque…
Estas ideas se divulgaron por toda Europa y dieron lugar a conceptos y movimientos como el excursionismo, el naturismo, el nudismo o las flores de Bach. De aquí nace la idea de que el sol es bueno, y es cierto, aunque con protección.
Tomar el sol con consciencia
El sol estimula diversos procesos biológicos y bioquímicos esenciales para la vida, es bactericida y despierta el optimismo y las ganas de vivir.
Además, es bueno especialmente para los niños y ancianos, ya que sintetiza la vitamina D y permite fijar el calcio en los huesos.
Disfrutar de las ventajas del astro rey sólo requiere tener en cuenta diversas medidas para prevenir y reparar los daños que la sobreexposición solar puede causar. Hoy en día existen protectores solares adecuados a cada piel, no solo al fototipo cutáneo (piel clara, morena, etc.) sino a la edad, la existencia de arrugas o manchas, la sensibilidad, la predilección por una textura en crema, gel, aceite o aerosol, etc., por lo que no es difícil encontrar el que mejor se adapte a las necesidades y gustos particulares.
Escoge el fotoprotector adecuado
Para empezar, hay que escoger bien el fotoprotector adecuado no sólo al tipo de piel (clara, sensible, morena, etc.) sino también al gusto particular de cada uno, ya que está demostrado que un fotoprotector que se utiliza a disgusto no se aplica, con lo que no sirve para nada. La forma de aplicarlo también es importante.
Hay que aplicar el protector solar en todo el cuerpo de forma homogénea, sin olvidar zonas como las orejas, la nuca o el empeine del pie, con la piel limpia y 30 minutos antes de la exposición al sol. Aunque el protector sea resistente al agua (waterproof), hay que reaplicarlo como mucho cada dos horas y cada vez que se sale del agua.
Cuidado con los niños y las personas mayores
Esto es especialmente importante en el caso de los niños, cuya piel es mucho más sensible y delicada que la de los mayores. Nunca hay que exponerlos al sol en las horas de máxima radiación y hay que evitar la exposición directa de los bebés y los niños pequeños menores de 4 años. Es conveniente protegerles con gorras y camisetas, teniendo en cuenta que los rayos solares también atraviesan los tejidos, y darles de beber a menudo agua para que no se deshidraten.
Las insolaciones y quemaduras solares son muy peligrosas, sobre todo en el caso de los niños. Se calcula que el 50% de la dosis acumulativa de rayos ultravioleta se recibe antes de los 18 años y se cree que gran parte de los cánceres de piel tiene su origen en quemaduras solares sufridas en la infancia. Por el contrario, también se sabe que una fotoprotección eficaz durante la niñez disminuye en un 60% el riesgo de desarrollar un tumor cutáneo.
Pero también las personas mayores deben tener cuidado. Su piel está ya bastante desorganizada debido al envejecimiento cutáneo y es proclive a la aparición de manchas y quemaduras que pueden degenerar en cáncer de piel. Hay que evitar las exposiciones prolongadas en las horas de máxima radiación y recurrir a las sombrillas y los sombreros.
Disfruta a tope del sol
Todo esto no quiere decir que no deba tomarse el sol porque es malo, sino que debe hacerse con precaución y tomando las medidas necesarias para aprovechar las ventajas que para el organismo tiene el astro rey.
Después de la exposición al sol hay que limpiar la piel bien con agua y un jabón dermatológico que no la dañe, y aplicar un cosmético para después del sol (after-sun) que repare los estragos, rehidrate y calme la piel.
Y no está de más tener un poco de paciencia. La piel necesita tres días para sintetizar la melanina y diez días para regenerar las defensas celulares dañadas por el sol.
En resumen: estar moreno no es malo, pero no hace falta intentar broncearse en dos días y, para conseguirlo, no utilizar fotoprotección. Lo malo es quemarse, ya que puede causar daños graves en la piel a largo plazo.
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