Ellos cada vez lo tienen más claro: cuidarse no es solo cosa de chicas. Por eso, sus “rutinas de belleza” se vuelven más elaboradas. Solo hay que ver la cantidad de anuncios que ponen en la televisión sobre cosmética masculina (eso sí, siempre enfocados de forma muy varonil, no vaya a ser…). Sin embargo, y como es normal, nadie nace enseñado. Por eso, los nuevos beauty lovers necesitan una pequeña guía que les ayude a introducirse con éxito en el universo del cuidado masculino. ¡Para eso estamos nosotras y esta entrada!
1. La piel masculina necesita fórmulas más ligeras.
Como apunta Pedro Maggi, fundador de la firma Skeen, “la piel del hombre es un poco más gruesa (exactamente medio milímetro) que la de la mujer y generalmente más grasa (a causa de la impregnación de testosterona).” Por eso, las texturas en gel o loción son las que mejor se adaptan a su piel.
2. Las cremas del contorno de ojos no se extienden en el párpado.
La directora técnica de Slow Life House, Laura Parada, aconseja aplicarlas exclusivamente en la zona de patas de gallo y el párpado inferior, con suaves golpecitos con la yema del dedo anular, y siempre en dirección desde el lacrimal al exterior. “De este modo tiene un ligero efecto drenante.”
3. Los productos exfoliantes se retiran con agua.
Un peeling una o dos veces por semana es fundamental para mantener la piel libre de impurezas. Sin embargo, este debe ser lo más suave posible, ya que suficiente sufre la piel masculina con el afeitado. Para ello, los productos exfoliantes se deben retirar con agua y no con una toalla o papel higiénico a modo de lija.
4. Hay que cerrar muy bien los frascos.
Como explica Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en farmacia y fundador de Twelve Beauty, «las cremas son un estupendo caldo de cultivo para las bacterias y los microorganismos y también nos encontramos el riesgo de la oxidación por exposición al exterior”. Por este motivo hay que asegurarse de que todos los frascos quedan perfectamente cerrados tras su uso.
5. Es mejor dar dos champunadas.
Así lo recomienda Adolfo Remartínez, creador de Nuggela & Sulé: «La primera de las veces sirve para eliminar la suciedad, los restos de grasa, polución o células muertas. En el segundo lavado es cuando se mejoran las condiciones del cabello”.
6. Los productos de fijación capilar no se quitan solos.
No solo eso, sino que hay que evitar que se acumulen día tras día, porque el pelo se partiría. Eduardo Sánchez, director de Maison Eduardo Sánchez aconseja «cepillar el pelo antes de irse a dormir en el caso de haber utilizado fijadores en spray, espumas y geles de peinado”.
7. Los aceites no engrasan.
De hecho, muchos aceites contienen componentes que ayudan a reducir la producción de sebo en las pieles grasas. Lo apunta la fundadora de The Lab Room, Mónica Ceño: “Es un mito que los aceites engrasen. Cada uno tiene distintas propiedades y hay aceites que son maravillosos para las pieles acneicas, y grasas”.
8. Más no es mejor.
Con dos gotas de sérum basta para tratar todo el rostro. En el caso de las cremas o lociones, el tamaño de un guisante es suficiente. De otro modo, como señala Paola Gugliotta, master en dermocosmética y fundadora de Sepai y APoEM, “la piel no es capaz de absorberla y termina haciendo función barrera sin llegar a penetrar.”
9. Aunque no te maquilles, tu piel necesita una limpieza diaria.
La polución obstruye tus poros a diario. Solo hace falta que pases un algodón con un poco de limpiador por tu cara, antes de ir a dormir, y verás que no sale precisamente blanco. Por eso, este paso es fundamental dentro del cuidado masculino –y del femenino, claro–. Utiliza fórmulas delicadas pero eficaces, para no estresar la piel.
10. Los cosméticos también caducan.
Todos los cosméticos tienen una duración determinada. En los envases encontrarás una indicación del tiempo durante el que pueden ser utilizados una vez abiertos. Suele ser una o dos cifras y una M después. Por ejemplo, 12M significa que después de abrirlo podrá usarse en buenas condiciones durante doce meses. En los productos que no han sido abiertos, deberías contar tres años desde su fecha de fabricación.
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