Adiós, purpurina: gracias por tanto, pero es lo mejor

Purpurina, Unsplash

En pocos días, el 17 de octubre para ser exactas, entrará en vigor la prohibición de venta de purpurina y otros microplásticos, que ha dictado la Unión Europea. El objetivo es reducir el uso de microplásticos un 30% para el año 2030, contribuyendo así a la lucha contra la contaminación ambiental.

No os engañaré. A mí, personalmente, la purpurina me ha dado mucha vidilla. Nunca he dicho que no a un buen brilli-brilli y se me hará raro no verlo por todas partes en épocas tan señaladas como Halloween, Navidad, Festivales… Donde hay brillo, hay alegría; pero tendrá que ser otro tipo de brillo porque no, no hay alegría a costa de cargarse el planeta.

En este artículo te cuento un poco más de qué va esta medida y algunas alternativas a la purpurina, para que sigamos resplandeciendo, pero con la conciencia más tranquila y el planeta más limpio.

¿Por qué hay que despedirse de la purpurina?

El pasado 25 de septiembre, la Comisión Europea publicó un reglamento que restringe el uso de microplásticos añadidos intencionadamente a algunos productos de uso cotidiano, como son la purpurina y las microperlas exfoliantes.

Los microplásticos son partículas de polímeros sintéticos de un tamaño menor a los cinco centímetros. Son orgánicas, insolubles y resistentes a la degradación, por lo que dañan tremendamente el medio ambiente.

Los ecosistemas acuáticos son los más afectados, ya que estas diminutas partículas se acumulan en los océanos y son ingeridas por especies marinas, como esponjas, corales, ballenas y tiburones. La cifra es alarmante: se estima que en la Unión Europea se liberan anualmente 42,000 toneladas de estos microplásticos. También se encuentran en ecosistemas de agua dulce y terrestres, llegan a los alimentos y al agua potable. Todo esto contribuye a la contaminación constante de los ecosistemas y las cadenas alimenticias, llegando también al cuerpo humano.

¿Y ahora qué?

Quienes crean que la vida será más gris y aburrida sin purpurina están equivocadas. Existen alternativas que nos permiten seguir brillando sin poner en peligro nuestro planeta.

Una de ellas es la purpurina biodegradable, elaborada a partir de materiales vegetales en lugar de plástico, lo que permite su degradación natural en el medio ambiente sin contaminar. La mayoría de estas fórmulas están basadas en nanocristales de celulosa o algas marinas. Además, son más amigables con la piel, ya que no provocan reacciones, y más fáciles de eliminar que la purpurina tradicional (¿quién no se ha levantado con purpurina en la cara dos días después?)

También se está hablando mucho sobre las micas naturales. Proceden de minerales muy brillantes que, cuando se muelen, crean polvos con destellos luminosos. Se utilizan en una amplia gama de productos cosméticos y de belleza debido a su capacidad para reflejar la luz y agregar brillo. Sin embargo, surge un problema ético y ambiental: la extracción de este mineral en países con altos niveles de pobreza, como India, Madagascar y algunos países africanos, a menudo está relacionada con la explotación infantil y la violación de los derechos humanos. Además, su extracción, sin un control adecuado, agota recursos naturales.

Para abordar estos problemas, podemos tomar dos medidas. En primer lugar, podemos optar por marcas que sean transparentes en su cadena de suministro y que se comprometan a obtener micas de manera ética. Otra opción es elegir productos que utilicen mica sintética, que se produce en laboratorios y es respetuosa con el medio ambiente.

¡Hasta siempre, purpurina!

Medidas como la prohibición de la purpurina nos hacen más conscientes de que nuestras decisiones cotidianas tienen un impacto real en el mundo. La belleza, a menudo considerada superficial, adquiere un nuevo significado y valor en este contexto. Nos insta a exigir más a las empresas y a nosotros mismos, a elevar el listón, porque una belleza con consciencia es poderosamente deslumbrante.

También te puede interesar…

Salir de la versión móvil