Conmemoramos el Día Internacional de la Mujer 2024, recordando que el mundo beauty debe ser más igualitario

Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer del 2024, una jornada que continúa siendo imprescindible para reivindicar todas las desigualdades y violencias que sufrimos las mujeres en nuestro día a día. En España, se han dado grandes pasos en materia de igualdad en los últimos años, pero sigue siendo urgente el trabajo en pro de la igualdad entre hombres y mujeres.

Somos víctimas de agresiones sexuales, de violaciones y de violencia machista, pero también de violencia económica, con techos de cristal y precariedad y pobreza en los sectores más precarizados. Nosotras desde Belleza activa queremos hacer una reflexión en pro de la igualdad, desde el mundo de la belleza y del cuidado personal, en el que las mujeres sufrimos una presión incomparablemente superior a la que experiementan los hombres. Debemos continuar avanzando, porque somos sujetos, las dueñas de nuestra vida. 

La dictadura de la delgadez

Durante siglos, las mujeres hemos ido interiorizando que «para lucir hay que sufrir», una apología del esfuerzo y disciplina que enmascara la renuncia constante a lo que nos apetece para mostrarnos ante el otro siguiendo los cánones impuestos. Este sacrificio produce un sentimiento de frustración y una gran culpa por no poder alcanzar las expectativas impuestas. Los mensajes del cuerpo perfecto y la buena alimentación son gasolina para nuestra lucha interior, que se pasa el día clasificando los alimentos entre buenos y malos. Los malos son simplemente los calóricos, aquellos que nos pueden «hacer engordar» y… entonces sientes que te has portado mal.

Para aliviar la culpa, optamos por la compensación, saltándonos comidas o matándonos al gimnasio. No nos apetece, pero parece que nos merecemos el castigo. ¿Hay algo malo en hacer ejercicio? Para nada, es muy saludable optar por el deporte en el día a día para garantizar nuestra salud física y mental, pero es importante hacerlo desde la reflexión y no para tapar una mala relación cón la comida.

La dictadura de la delgadez, impuesta por los cánones de belleza promovidos por las marcas, continúa alentando esta cultura de la dieta, un terreno en el que germinan los transtornos de conducta alimentaria.

Educadas para odiarnos

Una de las claves del patriarcado ha sido fomentar la competencia entre las mujeres: en el desafío de alcanzar los cánones de belleza impuestos por los hombres, unas expectativas altísimas que representan una hipótetica perfección, no hemos dejado de compararnos. Por un lado, tenemos mensajes de «mujeres reales» y por otro el constante bombardeo de mujeres bellas y felices, que nos muestran sus melenas perfectas, sus vestidos de ensueño, sus pieles impolutas… Es agotador, frustrante y una muy rentable maquina de hacer dinero.

Vivimos en la era de la cirugía estética. ¿Cuántas famosas hemos visto que se transforman la cara? ¿Cuántas chicas jovencísimas nos aparecen en Instagram que acumulan intervenciones quirúrgicas? ¿Está mal? ¡Ni mucho menos! Pero… ¿de dónde sale la decisión de operarse? Esa es la clave. ¿Cuántas zonas son necesarias para tener una buena autoestima? Nos han educado para odiarnos, para encontrar fealdad en nuestro cuerpo y en nuestra cara y para pensar que seremos más felices y más bellas siendo otras.

Culpables de envejecer

Ocultar el envejecimiento cutáneo es el gran reto del mundo de la cosmética. Existen un montón de productos y tratamientos diseñados para ‘neutralizar’ o ‘difuminar’ nuestras imperfecciones, porque hemos aprendido aquellas cosas propias que ‘debemos ocultar’ y así es complicado abrazarlas. ¿Cómo quererlas si el mundo nos dice que son feas? ¿Qué sería de la industria cosmética sin nuestros deseos de ser más aceptadas y de borrar el paso del tiempo?

Es evidente que las mujeres sufrimos mayor presión por envejecer, estamos mucho más culpabilizadas que ellos por el simple hecho de cumplir años, así que la única forma de sobrevivir en un mundo que nos convierte en objetos es algo tan imposible como ser eternamente jóvenes. Las arrugas y las líneas de expresión van ganando terreno con los años, como también lo hacen las canas.  ¿Cuál es el gran reto? Cuidarnos y mimarnos, aceptarnos, porque la alternativa a envejecer es no cumplir años. Así que vamos a querernos mucho, porque cada año que pasa somos más sabias y cumplimos una vuelta al sol en nuestra gran hazaña de comprendernos y saber más y mejor de nosotras. 

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