Cómo aplicar correctamente tus cremas faciales (y no perder su eficacia)

Has elegido una buena crema facial. La aplicas cada día, la textura te gusta, el olor te convence… pero los resultados no llegan. ¿Te suena? A menudo, el problema no está en el producto, sino en cómo lo usamos. Porque sí: aplicar correctamente tus cremas faciales marca la diferencia entre notar efectos visibles… o no. El orden de los productos, la cantidad, los gestos y hasta el momento del día son factores clave. Te contamos cómo optimizar tu rutina para que tu piel se beneficie al máximo.

¿Por qué importa cómo aplicas tus cremas?

La piel es un órgano complejo. Si no preparamos bien la superficie o no respetamos el orden de aplicación, las fórmulas no se absorben de forma adecuada, se pierden activos… y los beneficios prometidos se diluyen.

Además, ciertos gestos al aplicarlas pueden favorecer la circulación, el drenaje linfático y hasta prevenir la flacidez. Aplicar bien una crema es casi un acto de salud (y belleza) cutánea.

El orden correcto de aplicación (mañana y noche)

Una buena rutina no solo depende de lo que aplicas, sino de cuándo lo aplicas. El orden correcto permite que cada producto penetre bien y haga su trabajo.

Rutina de mañana:

Cada mañana, aunque de noche te hayas limpiado muy bien el rostro, tienes que seguir estos pasos:

Rutina de noche:

Para hacerlo correctamente, justo después de cenar, procede a tu rutina nocturna siguiendo estos pasos:

  1. Doble limpieza (aceite + limpiador suave).
  2. Exfoliante (1-2 veces por semana).
  3. Tónico o loción.
  4. Contorno de ojos.
  5. Sérum (retinol, ácido hialurónico, niacinamida…).
  6. Crema de noche (reparadora, antiaging…).

Cuánta cantidad usar (menos es más)

Uno de los errores más comunes es pasarse con la cantidad. Más no significa mejor: el exceso satura la piel y puede obstruir poros.

Cantidad recomendada:

Aplicar justo lo necesario optimiza la absorción y evita desperdiciar producto.

Cómo aplicar: los gestos que tu piel agradece

Olvídate de frotar. La aplicación debe ser suave, con movimientos ascendentes y sin arrastrar.

  1. Frente: alisa desde el centro hacia los lados.
  2. Contorno de ojos: con el dedo anular, a toquecitos.
  3. Pómulos: de dentro hacia fuera, con ligeros toques.
  4. Cuello y escote: hacia arriba, sin olvidar los laterales.

Un pequeño masaje al aplicar ayuda a activar la microcirculación, potencia la absorción y proporciona un efecto reafirmante natural.

 Los errores más comunes (y cómo evitarlos)

Revisar estos hábitos te ayudará a aprovechar al máximo cada producto.

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