Más grande, mayor cantidad, alta calidad. Es la nueva apuesta de la perfumería, que se enfrenta a la crisis con productos de gran valor en formato ahorro. Ya no sólo hay cosméticos de gran tamaño en los supermercados, sino también en perfumerías selectas, peluquerías, farmacias y centros de estética. Al gran formato se apuntan firmas como Prada, Chanel, Loewe o Marc Jacobs, con perfumes de 200, 300 y hasta 400 mililitros en grandes frascos de cristal. Pero no sólo el gran lujo se ofrece en mayor cantidad.
Productos de higiene de marcas de calidad se presentan en formato grande. Aunque no sucede en todos los países. Los productos para cabello Tresemmé se comercializan en «tamaño peluquería», 900 mililitros, sólo en España, Portugal, Gran Bretaña y Estados Unidos. Y es que en nuestro país existe tradición. Durante años, las aguas de colonia y otros productos de higiene se vendieron a granel o en frascos de litro, formato vigente aún en colonias frescas de gran tradición. Explican desde Puig que fue su fundador quien provocó esta situación. Acabada la Guerra Civil, se pretendía gravar con un impuesto de lujo perfumes y otros productos de higiene. Antonio Puig convenció al dictador Francisco Franco, jefe del Estado, de que las colonias eran de primera necesidad y servían para prevenir y evitar enfermedades y plagas como los piojos. Consiguió que no se aplicase el impuesto, pero a cambio el producto debía venderse a granel o en un gran tamaño como el resto de productos de primera necesidad. En el resto de Europa, perfumes y cosméticos seguían en formatos pequeños de 30, 50 o, como mucho, 150 mililitros, que se han mantenido hasta ahora.
Esta diferencia provoca que, actualmente, a algunas marcas y al distribuidor le cueste entender que en España se demanden tamaños grandes incluso en cosméticos de gama alta. Àngels Pijuán, dueña de la tienda de cosmética exclusiva JCApotecari, explica que le costó convencer a la marca Bumble & Bumble para que le sirviesen los cosméticos en «tamaño peluquería», es decir de un litro, ya que no entendían que se prefiriesen a los «habituales» de 150 o 200 ml. «Con los envases más pequeños –explica- se tiene la sensación de que el producto se acaba enseguida, por lo que el cliente prefiere siempre los formatos mayores».