¿Qué índice de protección solar necesito? ¿Y los niños? ¿Podemos usar todos el mismo fotoprotector? ¿Durante todo el verano? ¿Si uso un factor de protección 50 me pondré moren@? Verano tras verano aparecen las mismas dudas y, también, los mismos bulos y medias verdades. Por ello, creemos que lo mejor es que tod@s sepamos identificar cuál es nuestro fototipo cutáneo y que índice de protección solar necesitamos. Y cuáles son nuestras posibilidades reales de broncearnos.
No todos reaccionamos igual frente al sol. Hay quien se broncea sin proponérselo, quien nunca consigue ponerse moreno, quien se quema inmediatamente, quien tarda diez días en coger color y lo mantiene sin problemas, y así podríamos seguir con innumerables variables sobre cómo reacciona la piel expuesta al sol. Para poner orden y establecer qué tipo de piel tenemos y cómo protegerla adecuadamente del sol se han establecido seis fototipos cutáneos, a los que se recomienda un factor de protección (SPF) determinado para que la piel no sufra daños. Lo importante es conseguir que la fotoprotección sea lo más adecuada posible a cada persona, ya que así nos protegeremos de los daños solares.
Identificar el fototipo es fácil si buscamos cómo somos en esta tabla:
Una vez identificado el fototipo cutáneo, hay que pensar también en cuáles son nuestros hábitos frente al sol:
- dónde lo tomamos: playa en el mediterráneo o en el Caribe, alta mar, montaña, piscina, etc.
- a qué horas
- y en qué condiciones: nos bañamos frecuentemente, andamos, hacemos ejercicio, usamos sombrero, vamos vestidos/desnudos, etc.
Y buscar qué índice de protección necesitamos teniendo en cuenta tanto por nuestro fototipo cutáneo cómo estas variables:
Una vez identificada qué índice de protección necesitamos para que la piel no sufra daños, sólo hay que pensar en qué texturas y formatos se adecuan mejor a nuestras necesidades. Por ejemplo, si pasamos todo el verano en la playa con la familia, necesitaremos un protector solar de gran tamaño y fácil aplicación (en spray, por ejemplo), que no sea graso (a los hombres les horroriza y a los niños también), que pueda aplicarse en cara y cuerpo (facilita el trabajo y es más económico), con un factor adecuado a toda la familia (siempre optar por el más alto).
Si, en cambio, pensamos descubrir una ciudad europea durante diez días, necesitaremos un protector facial que además sea adecuado a nuestro tipo de piel (seca, mixta, grasa, sensible) y uno corporal para brazos y piernas. No será necesario que sean de gran tamaño, pero sí resistentes al agua y el sudor.
¿Cómo escoger mi protector solar?
- Primero hay que identificar el tipo de piel. Aunque suelen citarse seis fototipos, en términos generales puede calificarse como bronceada, clara, muy clara o sensible. Algunos cosméticos suelen identificar en la etiqueta, además del índice de protección (FPS, SPF), para qué tipo de piel están recomendados
- El índice de protección es importante pero no determina el tiempo de exposición al sol. Es un error identificar a mayor índice mayor tiempo. La forma correcta de interpretarlo es a índice más alto, piel más clara y sensible al sol
- Hay que buscar la textura que mejor se adapte al gusto personal: loción, leche, espuma, agua, crema, gel, aceite, no graso. El confort de un cosmético es una sensación subjetiva y personal, pero importante para que sea usado. Un fotoprotector, que debe reaplicarse varias veces en todo el cuerpo, es imprescindible que sea gustoso para quien lo utiliza
- Y para qué va a usarse: para la práctica deportiva, la playa, la montaña. El destino que se le pretende dar es determinante: un protector solar para la playa debe ser resistente a la arena y a los baños continuos, mientras que uno destinado a la práctica deportiva no debe alterarse con el sudor, el viento o los cambios bruscos de temperatura
- Es necesario que sea fotoestable, es decir, que el filtro solar no se altere con el paso del tiempo, ya que es evidente que la mayoría de personas están más de dos horas expuestas al sol
- Ante la duda sobre qué factor escoger, siempre hay que optar por el más alto. Siempre es mejor estár más protegidos que menos. Además, no es cierto que un protector solar alto impida el bronceado. Al contrario: si usamos un protector solar la piel se bronceará de una forma sana y uniforme, mientras que si no utilizamos protección o esta es menor de lo que necesitamos, lo más probable es que la piel se queme en lugar de broncearse.
Y hay que ser realista y conocerse uno mismo: hay personas que no se broncean nunca; con los años tardamos más en broncearnos porque la piel no funciona con la misma agilidad de antes; hay quien siempre se quema, y debe protegerse con ropa, sombreros, etc. Sólo siendo responsables ante el sol podremos disfrutar de él y no sufrirlo.
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