¡Voy al cole!

Amparo Fernández y Jesús Vázquez

Empezar el curso escolar es siempre una aventura para los más pequeños, especialmente si es su primer año en el colegio. Es, también, una buena ocasión para establecer hábitos de higiene diarios que permiten que los niños vayan limpios y se mantengan sanos. Además, sirve para enseñarles la importancia del aseo y el cuidado personal para tener una buena imagen. Ésta es una de las enseñanzas más importantes para ellos, ya que es primordial para conseguir una buena autoestima personal y para relacionarse con los demás, es decir, para una correcta socialización. Los niños suelen dejar de lado a aquellos pequeños que van siempre sucios y desaliñados, por lo que es importante que aprendan hábitos de higiene para, entre otras cosas, no verse rechazados por sus compañeros de clase.

Hay que establecer hábitos y horarios muy claros y que los niños puedan seguir sin prisas, con lo que hay que prever levantarse con suficiente tiempo como para asearse y desayunar con tranquilidad antes de llegar a la escuela puntual. Al levantarse, hay que lavarse las manos, la cara y los dientes. Antes de los dos años, conviene que este aseo lo realicen los padres, pero a partir de esta edad ya pueden hacerlo solos, aunque siempre debe estar presente alguno de los padres para supervisar que se realice correctamente. Los dientes deben lavarse como mínimo dos veces al día, por la mañana y antes de acostarse, aunque lo indicado es realizarlo después de cada comida. Si el niño come en la escuela, puede preparársele un pequeño neceser con cepillo de dientes y pasta dental y comentarlo con la dirección de la escuela para que tengan prevista esta posibilidad.

A diario los pequeños deben cambiarse de ropa interior y calcetines, y aprender a dejar las prendas sucias en su sitio (lavadero, cubo de la ropa sucia…). También es conveniente que el día anterior preparen la ropa que llevarán a la escuela, comprueben si los zapatos están limpios o no y aprendan a limpiarlos.

A diferencia de los padres, los niños hasta la adolescencia suelen bañarse por la noche, ya que durante el día suelen ensuciarse bastante y el baño nocturno sirve para romper con la actividad diaria y prepararse para la cena o el sueño. En el caso de los bebés, conviene hacer del baño un momento de placer y juego para que relacione el aseo con una actividad placentera. Corresponde a los padres enjabonar y lavar el pelo de los pequeños hasta entrados los seis años, y hasta los diez conviene supervisar estas acciones, ya que los niños son poco sistemáticos y pueden olvidarse de enjabonar zonas del cuerpo. Además, hay que controlar muy bien la limpieza de su cabello, ya que las plagas de piojos están a la orden del día y aparecen en cuanto se inicia el periodo escolar, especialmente entre los seis y los doce años. Por ello, hay que peinar el cabello cada día antes de ir a la escuela y aplicar un poco de colonia que, aunque está en desuso, es una buena práctica para evitar el contagio.

También es importante recalcarles la importancia de lavarse las manos antes y después de cada comida y siempre que estén sucias (después de jugar en el parque, tras ir al baño, etc.). La suciedad de las manos suele ser la causante de infecciones en la boca, ojos e intestinos, por lo que es recomendable explicarles la importancia de que estén limpias para que se mantengan sanos.

Un punto a tener en cuenta en la higiene infantil es que los niños pequeños son grandes imitadores y, además, muy listos y poco dados a dejarse convencer por que sí. Por tanto, por mucho que se les intente convencer de los beneficios del aseo, sólo si ven que los mayores también lo hacen, que les resulta agradable y que obtienen resultados placenteros (en forma de elogios, de integración en un grupo de amigos, de verse «guapos» en el espejo) lo aceptarán como un hábito diario.

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