Nos ponemos frente al espejo y empezamos a maquillarnos como siempre lo hemos hecho. No pensamos, simplemente actuamos porque vamos con prisas y seguimos los pasos mecánicos que aprendimos de nuestras madres y/o amigas. Pero… ¿estás segura de que lo que lo estás haciendo bien? Te desvelamos los 8 errores más habituales a la hora de maquillarnos.
- Te maquillas directamente sobre la piel, sin hidratarla.
Después de limpiar y tonificar, tienes que hidratar tu piel. Si no lo haces, lo más probable es que el maquillaje aguante menos y no quede tan jugoso y natural. Si no dispones de tiempo para los dos pasos, puedes usar una BB Cream, ese gran todo-en-uno (hidratante, tratamiento y color, con SPF) que se inventó para mujeres a la carrera como tú. - El tono de la base del maquillaje no es el tuyo.
Al comprar la base te la pruebas en la mano, y luego vienen las lamentaciones. Basta con que pruebes la base que te ha gustado extendiendo una pequeña cantidad en la mandíbula. Si se funde con tu color natural, has acertado. - Confundes ‘iluminar’ con ‘disfrazarte de mapache’.
Para dar ese punto de luz a tu rostro y crear volúmenes que te favorezcan, solo tienes que bajar uno o dos tonos al de la base. Si bajas más tonos, el efecto será muy poco natural y parecerá que acabas de llegar de una estación de esquí. - Compras la máscara de pestañas sin tener en cuenta cómo es el cepillo.
Te interesa que sea de un color o duración determinados y no te fijas en la forma del cepillo, que es lo que realmente determina el resultado y la expresión de tu mirada. Toma nota de estos consejos:
⇒ si te sueles manchar al maquillarte pero quieres volumen, te vendrá bien un cepillo de pelo corto y no muy ancho.
⇒ si quieres respetar la forma natural de tus pestañas añadiendo algo de volumen y definición, elige un cepillo de silicona.
Los cepillos curvados se inventaron para las mujeres que quieren volumen y curvatura y saben jugar con la parte cóncava y convexa del cepillo. - Te empeñas en tocar la zambomba con el cepillo de tu máscara de pestañas.
Ya sea para curvar, alargar hacer que parezcan más tupidas, se trata de mantener la máscara de pestañas en condiciones óptimas, y para ello es imprescindible que abandones tus conceptuales conciertos silenciosos de zambomba –es decir, eso de meter y sacar el cepillo para atrapar el producto-. Con ello sólo conseguirás que entre aire en la fórmula y se te estropeará. - Rizas las pestañas después de aplicarte la máscara.
El momento adecuado para rizarlas es cuando están limpias, antes de poner el producto, puesto que así evitarás posibles roturas y pérdidas de firmeza. Por no hablar de cómo se queda el pobre rizador si lo usas con producto. - Te maquillas los labios con la técnica del ‘froting’.
Te los pintas de cualquier manera y después los frotas uno contra el otro en la idea de rellenar los huecos y definir la cobertura. ¡Error! A menos que estés buscando un efecto de boca mordida o blurred, es preferible maquillar cada labio adecuadamente y después retirar el exceso de labial con un tissue. Eso sí, para es imprescindible que los labios estén siempre bien hidratados, para evitar las pielecitas. - No le das a cada brocha su cometido… y, para rematar, no las lavas.
Cada una tiene su cometido por su forma, pero también influye el tipo de pelo. El pelo sintético ha eclipsado al pelo natural y, gracias a sus diferentes grosores y encerados, son perfectos tanto para aplicar los maquillajes grasos, como las bases o las fórmulas en crema, como los bronceadores, el colorete o los polvos sueltos de acabado. En cuanto a la frecuencia de lavado, “debería ser, al menos, de una vez a la semana. Se lavan con agua fría y jabón neutro y se dejan secar en horizontal. En el caso de las brochas de maquillajes grasos, cualquier limpiador anti-grasa será perfecto. Así evitarás pasarte por la cara una tonelada de bacterias en cada uso.
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