«No puedo más», «esta todo muy bueno, ¿eh?», «yo no puedo dejar de comer», «un día es un día», «es que es Navidad»… Todas estas expresiones se convierten en protagonistas de mesas repletas de comida hasta decir ¡basta! Parece que nunca es suficiente para «el organizador» de la comilona, y aprovecha el espacio libre para poner algo más que tiene en la nevera, no vaya a ser que lo vaya a tirar… Como si se acabara el mundo. Como este domingo inauguramos oficialmente la llegada de la Navidad queremos darte diez tips para disfrutar de las comidas de Navidad.
¿Qué pasa en Navidad?
Las gambas, el pollo, las cien latas ‘indispensables’ para el aperitivo, las botellas de vino y cava… y es girarse y ver la despensa llena de turrones, bombones y polvorones…¡La cocina grita a los cuatro vientos que es Navidad! Al huésped siempre le queda la duda de si alguno de sus comensales se va a quedar con hambre, una duda que no se disipa aunque no haya ni un pequeño espacio en la mesa lleno de manjares. Tampoco por el intento de hacerle ver «que hay demasiada comida».
Después del aperitivo, aterriza un segundo plato que a nadie le apetece, porque estamos saciados, aunque sabe mal por la o el chef de la casa, así que haces espacio, sabiendo que estás a punto de explotar. Pero aquí no acaba todo: llegaban los turrones, los bombones y los polvorones que en Navidad solo se quitan cuando llega el pan con tomate y embutido para cenar…Y volvemos a comer, como si no hubiéramos comido.
Que conste en acta que no todas las familias tienen acceso tan fácil a la comida en estas fiestas (ni en ningunas) y que por este motivo podemos sentirnos muy afortunados. Pero, volviendo a la cuestión. ¿Qué nos pasa en Navidad? Que nos empachamos, porque forzamos el estómago por empatía con la cocinera o el cocinero, porque está todo muy bueno y hay cosas especiales que no sabremos cuando volveremos a comer….
La cuestión es que, a veces, no nos sienta nada bien: nos encontramos mal porque no estamos escuchando las necesidades de nuestro cuerpo y desoyemos su hartazgo, de forma que estamos deseando comernos una ensalada y mucha agua en Sant Esteban (en Cataluña), y hacer un poco de detox hasta el 31 de diciembre. Es importante escucharnos y no comer por aburrimiento, y decir, con todo el amor del mundo, que no podemos comer más, que el pollo está riquísimo, pero que disfrutaré mucho más del manjar los días siguientes. Una prueba de amor no debería ser comer por empatía con el otro hasta reventar.
Cinco tips para mejorar la digestión de las comidas de Navidad
Como señalan desde la Escuela de Nutrición Emocional,«si tomamos conciencia alimentaria podremos gestionar mejor nuestra elección a la hora de comer, lograr una mejor digestión y de esta forma, evitar en la mayor medida de lo posible, ganar más peso”.
Te presentamos, a continuación, las 5 pautas que nos proponen para mejorar la digestión.
Antes de comer, bebe agua. En ocasiones, confundimos el hambre con la sed y comemos más cantidad de la necesaria de alimentos. Es muy recomendale que te tomes un vaso de agua antes de cada comida.
Tres respiraciones antes de cada comida. Cuando respiramos tomamos consciencia de nuestro presente y de qué estamos comiendo. Además, con una correcta respiración, metabolizas mejor la comida, beneficiando la absorción y digestión.
Tomar consciencia durante las comidas de Navidad. En fundamental parar la inercia de «comer por comer», ser conscientes en cuerpo y mente de la ingesta para quedarnos con las cantidades justas. Si no prestamos atención, para nuestro cerebro es como si no hubiéramos comido y es más difícil saciarnos.
Gestionar las cantidades adecuadas y evitar que haya un exceso de comida. Muchas veces comemos de más porque vemos que aún queda comida en los platos, y nos animamos con el desafío de acabar los alimentos, como si fueran a extinguirse ese mismo día o les tocara ir a la basura si no se comen en ese instante. A menudo, también nos sentimos tan abrumados por la cantidad excesiva de comida que hay en las mesas que no afrontamos la ingesta con placer, sino con el agobio «para que no se tire».
Apuesta por menús saludables. En el momento de pensar en los menús, también podemos crear recetas deliciosas que sean sanas y nutritivas.
Cinco tips para no sentirnos culpables por las comidas de Navidad
La sensación de hartazgo también se puede manifestar en forma de culpabilidad, sobre todo en la mente de aquellos que siguen dietas más estrictas durante el año. Leyre López-Iranzu, nutricionista en Clínica FEMM, nos aporta cinco consejos para disfrutar de las comidas de Navidad sin sentirnos culpables.
No a la dinámica de la compensación, saltándonos comidas. «Cómo he comido tanto, pues no ceno y no desayuno para compensar». Es mejor comer o cenar si nos apetece, pero comiendo platos sanos con los nutrientes que necesita.
Seguir durante el año dietas equilibradas, con alimentos menos sanos. Si nuestros menús incluyen platos «menos sanos» de vez en cuando, no abusaremos de ciertos alimentos con la excusa «solo los como en Navidad, aprovecha». Cuando seguimos menús muy restrictivos, ese ‘momento’ podemos entender como un verdadero ‘pecado’, provocando un zarandeo emocional de culpabilidad o ansiedad.
Disfruta de los alimentos que te gustan durante una comida consciente. Dedicarle atención a nuestras ingestas nos permitirá detectar cuando estamos saciados, para poner punto y final a la comida.
No estrenar dietas ahora. Las fiestas navideñas son unos días complicados para seguir hábitos, así que no estrenes rutinas, porque la imposibilidad de seguirlas te generarán frustración.
Continúa entrenando. Si el deporte te ofrece bienestar… ¿por qué dejarlo en Navidad? Es suficientre con unos sencillos entrenamientos en casa, saltar a la comba, correr un rato antes de la celebración o simplemente dar un paseo.