Hoy es nuestro día y por ello queríamos tratar un tema que influye poderosamente en nuestras relaciones laborales y en nuestra vida cotidiana: la trampa de la niña guapa y la niña fea.
Seguro que muchas de vosotras recordáis cuando erais pequeñas y hacíais alguna travesura, o llorábais, o queríais alguna cosa con energía. En esas ocasiones se nos decía que las niñas malas son feas. Por contra, las niñas obedientes, calladas, hacendosas, incluso sumisas, son guapas. Parece una tontería, pero no lo es porque queda tan grabado en nosotras que durante toda la vida esperamos ser guapas o estar guapas para que los demás nos acepten y nos quieran.
Así, cuando crecemos tenemos miedo de ser juzgadas de antipáticas, contestonas, con mal genio, malhabladas, feas. Porque cuando las niñas somos malas somos feas, y ninguna de nosotras quiere serlo.
Como siempre decimos en belleza activa, la belleza es un puntal de la autoestima. Aunque ser guapa no es cumplir con los cánones de belleza establecidos. Y ahora somos adultas y a todo podemos darle la vuelta.