Un año más la nieve blanquea nuestro país. Y de nuevo hay que proteger nuestra piel del frío y los rayos solares que multiplican sus efectos al reflejarse sobre este lecho blanco.
¿Te vienes con nosotras a pasar un día en la nieve?
Año de nieves, año de bienes, dice el dicho popular. Y es cierto: en España la nieve es necesaria para garantizar que contaremos con suficiente agua todo el año. Además, el auge de los deportes de invierno como el esquí ha desarrollado un importante sector económico de ocio, ya que cuenta cada temporada con más adeptos que deben proteger su piel convenientemente para que no sufra los estragos de las radiaciones ultravioletas, las bajas temperaturas y el viento. No hay que olvidar que la radiación solar en la nieve es más alta que en la playa, ya que la nieve refleja en un 80% la radiación de los rayos ultravioleta mientras que la arena lo hace en un 15% y la espuma del mar en un 25%. Los dermatólogos explican que hay que protegerse del sol durante todo el año y no sólo en verano, pero además hay que extremar las precauciones en alta montaña, ya que conforme nos acercamos al sol los niveles de radiación aumentan.
Una jornada de esquí puede producir más daños en la piel que estar tumbados sobre la arena un día de verano
Por ello, tanto si vamos a practicar cualquier deporte de invierno como si solo pretendemos pasar un día en la montaña, hay que ir debidamente equipado para proteger la piel, especialmente en el caso de los niños. Es imprescindible un buen equipo de montaña que incluya guantes, gorro, bufanda, gafas de sol y un cosmético de protección solar.
Antes de iniciar cualquier actividad hay que aplicarse el protector adecuado al tipo de piel, de factor más alto los primeros días de exposición. Aunque esté nublado la radiación llega igual a la tierra y a la piel, por lo que hay que usar filtro aunque no se vea el sol. Es importante que los filtros solares sean fotoestables, ya que esto garantiza una protección durante más tiempo. De no ser así, hay que reaplicar el protector solar cada hora y media, ya que pierde gran parte de su efecto. Para estar tranquilos, lo mejor es reaplicar igual que cuando estamos en la playa, por lo que deberemos pensar en llevarlo encima (en un bolsillo, colgado, etc.). También es conveniente que sea resistente al agua (waterproof) para evitar que la nieve o el sudor lo alteren.
En el rostro no hay que olvidarse de las zonas más sensibles como orejas, labios, nariz y el contorno de los ojos. El frío puede provocar hinchazón bajos los ojos que acabe en bolsas, ojeras y arruguitas. También el contorno de los labios, deshidratados por los cambios de temperatura, pueden dañarse y desencadenar la aparición de pequeñas arrugas. Para evitarlo es conveniente aplicar un contorno de ojos y un bálsamo labial varias veces al día y protegerlos de la acción del aire y el sol con gafas y bufandas.
Después de una jornada al sol, hay que rehidratar la piel con un cosmético aftersun o una crema adecuada. Aunque el sol no haya llegado al cuerpo, habitualmente tapadísimo, sí lo ha hecho el frío. Además, con el ejercicio se ha sudado, por lo que hay que reparar la piel hidratando y nutriendo especialmente las zonas que se secan con mayor facilidad, como rodillas, codos, manos y pies.
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Cuenta con ellos
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