Es uno de los cosméticos más utilizados tanto por hombres como por mujeres por su evidente función de mantenimiento de la higiene corporal. Sin embargo, en los últimos años se ha acusado al desodorante de las cosas más diversas. La más conocida, que puede originar cáncer de mama, pero, también, la posibilidad de que el aluminio sea un factor desencadenante de la enfermedad de Alzheimer. No existe ninguna evidencia científica que confirme este extremo, al contrario, diversos expertos y organizaciones especialistas en la enfermedad de Alzheimer aseguran que no existe ninguna relación entre el aluminio y la enfermedad. Además, en el año 2003 la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) publicó un estudio que llegó a la conclusión de que los antitranspirantes y las sales de aluminio que éstos contienen son seguros para la salud.
El rumor de que el uso de desodorantes causa diversas afecciones y puede desencadenar cáncer de mama circula desde hace unos 20 años, especialmente por Internet, y es una de esas sentencias que una vez lanzadas cuesta erradicar del ideario popular. Los estudios realizados concluyen que no es cierto. Entre ellos, el realizado por el centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchinson (Seattle, Estados Unidos), publicado en 2002, entre 813 mujeres con cáncer de mama y 793 sin él durante tres años para evaluar la posible incidencia del uso de desodorantes y antitranspirantes en la enfermedad, incluido su uso tras una posible depilación con cuchilla de las axilas. La conclusión fue que el uso de estos productos no causa la enfermedad. Sin embargo, y pese a ser uno de los cosméticos sobre el que se realizan más estudios y pruebas, siguen estando en el punto de mira.
Sí es cierto que el uso de desodorantes puede tener efectos secundarios en algunas personas. Hay quien sufre dermatitis de contacto en las axilas debido a la fragancia, el alcohol o algunos conservantes de estos cosméticos. Una dermatitis fácilmente diferenciable de la causada por la ropa porque en el caso de los desodorantes es bilateral y se aprecia en el fondo de la axila, mientras que la textil se presenta en los bordes. También se pueden sufrir a veces irritaciones o sequedad. Hay personas a las que el efecto oclusivo de algunos antitranspirantes puede provocarle la aparición de golondrinos, causados por la oclusión de la glándula. La solución a estos problemas es cambiar el tipo de desodorante y optar por desodorantes suaves, sin fragancia, con activos hidratantes, etc… Excepto algunas personas que sufren hiperhidrosis (exceso de sudoración), no es necesario recurrir a antitranspirantes excesivamente fuertes y una consulta al dermatólogo puede solucionar estas cuestiones.
Actualmente la mayor parte de desodorantes combina tres acciones: la propia desodorizante, es decir, combatir el mal olor causado por la descomposición del sudor, cosa que se realiza evitando la proliferación de la flora bacteriana encargada de ello; eliminar la transpiración excesiva con activos oclusivos que, en general, limitan sólo parcialmente esta acción; y aportando perfume para que el usuario perciba un aroma que le produzca sensación de limpieza.
Qué contiene un desodorante
Toda la controversia sobre los desodorantes proviene de su función antitranspirante, es decir, de impedir parcialmente la emisión de sudor gracias a distintas formas de sales de aluminio. Habitualmente, las sales utilizadas son el clorhidrato de aluminio (ACH) en los aerosoles y roll-on, y el tetraclorohidroxiglicinato de aluminio y zirconio (AZAG) en las barras y geles. Estas sales actúan disolviendo el sudor y dejando una fina e imperceptible capa de gel sobre las glándulas sudoríparas que reduce la cantidad de sudor emitido durante unas horas.
Además de las sales, los desodorantes contienen diversas sustancias, entre las que destacan el perfume y las cremas suavizantes que otorgan aroma para evitar el mal olor del sudor y cosmeticidad al producto, es decir, que éste sea suave y respetuoso con la piel. Así, se suele emplear glicerina o aceites emolientes de procedencia natural como hidratantes. La mayor parte de los desodorantes contiene también alcohol, que actúa como disolvente que se evapora con facilidad, favoreciendo la sensación de frescor.
Otro mineral habitualmente empleado en los antitranspirantes es el sílice, que evita la sensación grasienta que provoca el sudor. Además, todos estos ingredientes necesitan un soporte sobre el que asentarse, líquido en caso de los aerosoles y roll-on y sólido en las barras, y un agente o vehículo de expansión en el caso de los aerosoles, como el butano, isobutano y propano. Pese a sus nombres, son ingredientes habituales en cosmética y está comprobada su acción y riesgos, que se circunscriben a posibles reacciones alérgicas de la piel.
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