¡Solo hace falta abrir la nevera para saber que es Navidad! Las gambas, el pollo, las cien latas ‘indispensables’ para el aperitivo, las botellas de vino y cava… y es girarse y ver la despensa llena de turrones, bombones y polvorones… Mañana inauguramos oficialmente la llegada de la Navidad y con ella el estreno del comer y más comer. Por eso queremos presentarte cinco consejos para disfrutar de las comilonas navideñas sin sentirnos culpables.
¿Qué nos pasa en Navidad?
De pequeña ya me daba cuenta que toda esa comida en la mesa era excesiva, pero cuando lo advertía, mamá me respondía con un … «pero es Navidad». Habían pasado días de muchas visitas al mercado o al súper, para comprar un turrón nuevo, algo más de aperitivo, por si a caso…. Y siempre era demasiado, nos mirábamos las caras después del aperitivo con la pregunta: «¿Y ahora quién se come el segundo?»… Entonces llegaba el regateo con mamá: A mi sólo uno, el más pequeño que encuentres…» Y después de la comida propiamente, llegaban los turrones, los bombones y los polvorones que en Navidad solo se quitan cuando llega el pan con tomate y embutido para cenar…Y volvemos a comer, como si no hubiéramos comido.
¿Te suena esta anécdota? Valga decir que me siento afortunada por haber tenido siempre ese fácil acceso a la comida, que no tienen todas las familias. Pero volviendo a la cuestión… ¿por qué comemos tanto en Navidad? Pues porque está muy bueno todo, son cosas especiales que no solemos comer todos los días y hay que aprovechar, porque con las horas que se han pasado en la cocina menuda pena…. Y así pasamos a menudo del placer del buen comer al empacho.
Cinco consejos para comer en Navidad
Pero esta sensación de hartazgo también se puede sentir en la mente en forma de culpabilidad, en especial para aquellos que siguen dietas más estrictas durante el año. Para no dañar la relación con la comida y los hábitos saludables, Leyre López-Iranzu, nutricionista en Clínica FEMM, nos da estos cinco consejos para disfrutar de las comilonas navideñas sin sentirnos culpables.
No saltarnos las comidas para compensar. «Cómo he comido tanto pues no ceno y no desayuno para compensar». Es mejor comer o cenar si nos apetece, pero introduciendo platos sanos para darle al cuerpo los nutrientes que necesita.
Seguir durante el año dietas equilibradas, pero con alimentos menos sanos. Si nuestros menús incluyen platos «menos sanos» de vez en cuando, y nos premiamos con productos que nos gustan y que no son ‘ideales’, suprimiremos el grito interno de «aprovecha estos manjares, que solo los comes una vez al año». Ese grito posiblemente nos animará a comer más de la cuenta, cuando seguimos menús muy restrictivos. Además, la renuncia consciente durante meses y meses, en ese momento de ‘pecado’ puede provocar un zarandeo emocional, que se traduce en ansiedad, estrés y una sensación de culpabilidad muy grande.
No estrenar dietas ahora. No es el momento de cambiar las rutinas y emprender planes de alimentación, las fiestas navideñas son unos días complicados para seguir hábitos. Además, el incumplimiento de las pautas marcadas puede ocasionar frustración. Disfruta de las celebraciones, porque lo más importante es « disfrutar y cuidarse con hábitos sanos que puedan mantenerse a largo plazo”, afirma la especialista.
Disfruta del comer, porque es un placer. Si gozamos de los alimentos que estamos ingiriendo, sin culpa y sin arrepentimiento, detectaremos de una forma natural cuando ya no necesitamos comer más, porque estamos saciados.
Continuar entrenando. Si el deporte te proporciona bienestar… ¿por qué dejarlo en Navidad? No hace falta que vayas al gimnasio, puedes hacer unos sencillos entrenamientos en casa, saltar a la comba, correr un rato antes de la celebración o simplemente dar un paseo.
Y uno extra…basta con ser coherente con lo que queremos. No estamos obligados a comer en exceso estas Navidades, llegando al empacho, tienes el poder de escoger, de disfrutar un día de un plato calórico y otro día buscar opciones más sanas.