¿Tu problema son ese par de kilos que cada año te van ganando terreno y que «están ahí, justo en este michelín»? O quizá has aumentado de volumen de forma general, pero sin casi darte cuenta ni cambiar de hábitos. Tienes una tendencia al sobrepeso.
Los kilos pueden estar localizados en las caderas, el abdomen o los muslos, o distribuirse por todo el cuerpo sin que puedas decir «están ahí, justo ahí». Pero evidentemente tú los notas en cuanto te pones esa falda de hace un par de años o te subes a la báscula.
La tendencia al sobrepeso o la obesidad suele ser genética, pero esta condicionada al tipo de vida que llevamos: sedentaria y con una gran oferta alimenticia. Comemos más de lo que gastamos, y lógicamente sumamos kilos. Pero, además, puede que hayas intentado mil veces eliminarlos con dietas estrictas sin lograrlo. Ese es uno de los problemas con que más nos encontramos las mujeres. Y es que ante una dieta baja en calorías existen tres tipos de personas: las que pierden peso enseguida sin problemas; las que no pierden al principio y, después, bajan de golpe; y las que enseguida se adaptan a la nueva situación y «economizan» todo lo que pueden las pocas calorías que ingieren. Es decir, lo aprovechan todo por poco que coman. Así, no solo bajan muy poco de peso con una dieta hipocalórica, sino que al comer de nuevo sin restricciones su cuerpo «aprovecha» por si acaso vuelve a pasar hambre y «guarda» grasa para cuando no haya, y el peso se dispara.
Si tu problema es la grasa, sólo hay una receta: ejercicio físico regular, una dieta baja en calorías y mucha paciencia. Porque puedes perder una talla en una semana, pero mantenerla requerirá que sigas esforzándote. Aunque eso no quiere decir que te amargues, al contrario. Hay trucos para convertir una comida baja en calorías en un excelente ágape y no hace falta dejarse la piel en el gimnasio.
La opinión del experto
Una forma de saber si tu problema es la grasa es consultar con el médico. Siempre vale la pena que antes de decidirte por cualquier régimen lo consultes con él, ya que te echará una mano y es quien mejor puede aconsejarte. A nivel médico el exceso de grasa en nuestro organismo se puede diagnosticar por diferentes métodos. Uno de ellos es a través del analizador de composición corporal que permite determinar entre otros la masa magra y grasa, el agua corporal total y el metabolismo basal. Se trata de una báscula que mide más que el simple peso y que te dirá si tu problema es que acumulas agua o grasa, lo que te permitirá afinar con la dieta y el ejercicio adecuado.
Las causas de los acúmulos grasos son multifactoriales: una deficiente circulación sanguínea y linfática; la menopausia, en la que los cambios hormonales generan cambios en el cuerpo aumentando los depósitos de grasa, principalmente en el vientre; la genética, la vida sedentaria, la falta de ejercicio, determinados medicamentos, una alimentación poco equilibrada y en la mayoría de los casos excesiva, el estrés o un consumo excesivo de alcohol o tabaco. Para combatir estos depósitos grasos tendremos que corregir más de un hábito incorrecto.
Habrá que substituir de nuestra alimentación la mayoría de alimentos de repostería o aquellos excesivamente salados, conservas, comida precocinada como pizzas o hamburguesas, helados, fritos, quesos grasos, embutidos, etc. y cambiarlos por una alimentación más sana a base de verduras, frutas, lácteos desnatados, pescados y carnes magras. En lugar de las grasas saturadas, utilizar aceite de oliva. Los dos litros de líquido que se recomienda beber cada día deberían ser preferiblemente de agua mineral, o en forma de tisanas, en lugar de bebidas alcohólicas, azucaradas o carbonatadas. Y consumir alimentos ricos en fibra para evitar el estreñimiento.
Pero también es importante seguir otras pautas de conducta que ayudan a evitar el sobrepeso. Por ejemplo, no utilizar ropa muy ajustada, sentarse con las piernas cruzadas o llevar tacones altos, ya que todas ellas dificultan la circulación y favorecen el acúmulo de grasa. Por supuesto, hay que acostumbrarse a realizar ejercicio. Practicar deportes como la natación, bicicleta, patinaje… O caminar.
Si tu problema es mayor que perder una talla, no lo dudes: consulta con el médico especialista. Es la única persona que puede ayudarte de verdad a evitar el sobrepeso y la obesidad. Ocho de cada diez personas que han acudido al especialista para reducir peso lo han conseguido (datos de la campaña «Pierde peso, gana vida» de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición -SEEN- y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad -Seedo-). También puedes recurrir a tratamientos estéticos específicos para reducir los depósitos de grasa localizados, como sesiones de mesoterapia o infiltraciones subcutáneas, cremas específicas reductoras, masajes localizados para mejorar la circulación sanguínea, acelerar la eliminación de toxinas y grasas y ayudar a recuperar el tono muscular, electroterapia e hidroterapia.
Plantas que te ayudan
- La piña, o ananás, es una de las mejores plantas para tratar tanto la celulitis como la retención de líquidos. Contiene una enzima, la bromelanina, capaz de fraccionar las macroproteínas acelerando su digestión y facilitando su eliminación. Así, moviliza los depósitos de grasa y favorece la desinfiltración. Además, esta misma enzima evita el aumento de la insulina en sangre provocado por la absorción de azúcares rápidos (bollería industrial, dulces, etc) y, por tanto, su almacenamiento en forma de grasa. Algunos dietistas recomiendan realizar una «cura de piña» una vez por semana. Consiste en tomar únicamente piña natural durante todo el día, para desintoxicar y favorecer la eliminación de grasas. A diferencia de otras similares, como la de la manzana o la del melón, en este caso sí funciona. Un consejo: cómete la parte central o tronco de la piña, que se suele desechar, es donde hay más bromelanina.
- Hay plantas que aumentan el gasto calórico en el organismo. Entre ellas destacan la naranja amarga (citrus aurantium); las semillas de guaraná, más ricas en cafeína que el té o el propio café, también estimulantes de la combustión de grasa, y el cacao, la mayor fuente de antioxidantes conocida. Todas ellas estimulan la combustión de las grasas y aceleran el metabolismo. De entre las variedades de té, el té rojo y el verde son los más recomendables por su acción lipídica.
- Otras plantas aumentan la sensación de saciedad, como el fucus, una alga rica en minerales, o el glucomanano (konjac), capaz de absorber cien veces su volumen en agua en el estómago.
- La spirulina, un alga rica en proteínas, vitaminas y minerales, es un suplemento alimenticio muy indicado en caso de dietas de bajas calorías, ya que suprime la sensación de hambre y ayuda a soportar el esfuerzo físico que realiza el cuerpo en esta situación.
- El chitosán, por su parte, no es una planta, sino un producto derivado de la dura piel de los crustáceos marinos. Esta fibra actúa como un «absobe-grasas» al llegar al estómago, ya que atrae a las grasas y, como no se digiere, se elimina junto con ellas. El chitosán es capaz de absorber hasta cinco veces su peso en grasa. Si se toma antes de la comida se consigue evitar que una parte de las grasas ingeridas se quede en el organismo.
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